El mundo occidental no fue una excepción, donde las Tríadas emigraron en masa tras la llegada de los comunistas al poder. En las entonces británicas Hong Kong y portuguesa Macao se concentraron los capitales de la mayoría de las organizaciones criminales emigradas.
El PIB per cápita de Hong Kong
era 22 veces
22 veces el de la República Popular China en 1985.
Las tríadas seguían controlando también los negocios legales, desde el transporte marítimo hasta la fabricación de productos electrónicos. El nuevo gobierno de Deng Xiaoping necesitaba urgentemente inversores para revitalizar el sector privado.
En 1982, Deng Xiaoping se reunió con los magnates de Hong Kong Li Kashin y Henry Fok para establecer vínculos con las tríadas urbanas. El régimen necesitaba nuevos aliados para recaudar fondos para las zonas económicas francas, y los
Y aunque en la década de 1990 las autoridades chinas prefirieron hacer la vista gorda ante los delitos de las Tríadas, entre ellos la delincuencia doméstica, los préstamos ilegales y el simple chantaje, a cambio de ayuda para atraer dinero al país, a mediados de la década de 2010 fueron aún más lejos y decidieron utilizar a las Tríadas también con fines políticos.
